viernes, 5 de noviembre de 2010

Quien pudiera

Temía este momento. Todos los años igual, Marcos se aferra a mi cuello, se contagia, ya llevamos dos años con la misma historia, no sé cuando este chico se va a hacer mayor, el caso es que luego…sale contento. Aunque si lo pienso despacio…después de dejarlo berreando y lleno de mocos, me dirijo andando a la oficina, está a dos manzanas, cuando apenas me quedan treinta metros, siento desasosiego, angustia, Dios si pudiera permitirme una rabieta, una pataleta, me pondría a llorar como Marcos pero yo no puedo hacerlo, que difícil…y entonces sonrío, poco antes de atravesar la puerta.

Miedo

h">


MIEDO

Pegada al ventanal, esperaba. Había puesto el mantel de hule, los platos, los vasos, pero no quería cenar sin él y cuando pasaron de las once empezó a sentir la angustia, la desgana, sintió que le temblaban las piernas, eran las tres en el reloj de la cocina, se lo había hecho tantas veces…nunca había sido capaz de dejarlo. Estaba atrapada o era simplemente miedo, no estaría allí cuando volviera, prefería evitar el momento trágico y doloroso de los golpes, no se dejaría engatusar por sus disculpas al día siguiente, no se dejaría conmover por sus palabras.


Sonó el timbre que la saco de sus pensamientos, el miedo recorrió su cuerpo, vio los rotativos del coche de policía, se apresuro a abrir…habían encontrado su cuerpo en la bahía.